Lo ha dicho: Jonathan Swift (1667-1745)

"Cuando en el mundo aparece un verdadero genio puede reconocérsele por este signo: todos los necios se conjuran contra él"

10 de abril de 2015

El día que París se rindió a un extremeño

La historia de los españoles que participaron en la II Guerra Mundial estuvo silenciada durante más de medio siglo. La razón principal es que la historiografía oficial francesa no podía permitir que un puñado de exiliados entrara en la leyenda de la Ciudad de la Luz. 

El 25 de agosto de 1944, el general alemán Von Choltiz, rindió París al extremeño Antonio Gutiérrez, un soldado que formaba parte de La Nueve, la compañía formada por republicanos exiliados españoles que acabó con la presencia alemana en la capital francesa.

La historia de La Nueve comenzó tras el desembarco aliado en el norte de África, en 1942, con lo que desapareció en la zona el control del régimen colaboracionista de Vichy y la creación del denominado Ejército de la Francia Libre. En concreto, de la II División Blindada del general Lecrerc a cuya llamada acudieron más de 2.000 republicanos españoles que se encontraban exiliados en Argelia, Marruecos y Túnez. 

De aquellos, unos 150 fueron elegidos para formar la novena Compañía, que por su origen español pasó a ser conocida por La Nueve, mandada por el capitán francés Raymond Dronne y el lugarteniente valenciano Amado Grannell.

Españoles en un ejército francés vistiendo uniformes americanos, con el bordado de los colores de la bandera de la II República.

Los norteamericanos cedieron todo el material militar, por lo que fue necesario un duro entrenamiento para hacerse con el manejo de las nuevas tanquetas semiorugas.

Los españoles rápidamente bautizaron sus tanquetas con nombres españoles de batallas de la guerra civil: Madrid, Guernica, Guadalajara, Brunete, Belchite, Ebro y Teruel. También otros, como Don Quijote o España Cañí.

En mayo de 1944, completado el entrenamiento en África, La Nueve pasó a Inglaterra, donde esperó la orden del desembarco en Francia. No fue hasta el 4 de agosto de 1944, cuando tras cinco días embarcados pudieron poner pies en tierra, en la playa normanda de Utah Beach, al son de "la cucaracha", una canción que entonaron burlonamente tras los largos días de espera en alta mar.


El 12 de agosto La Nueve hizo su bautismo de fuego y comenzó a tener sus primeras bajas. Su pericia en estos primeros enfrentamientos sorprendió a los aliados, que se encontraron con una unidad experimentada, por la participación de la mayoría de los combatientes en la guerra civil española. De hecho, aquel día consiguieron tomar prisioneros a 130 alemanes.

Una avanzadilla de La Nueve comprobó que la resistencia se derrumbaba, por lo que, desde Limours, consiguieron atravesar las líneas alemanas y situarse en los arrabales de la ciudad. Ante la inesperada situación, y temiendo que los norteamericanos llegaran a la ciudad y se llevasen la gloria de ser los primeros en entrar en París, se le ordenó al capitán Dronne que entrase en la ciudad "con lo que tuviera a mano". Lo que Dronne tenía a mano era la compañía de blindados ligeros con nombres y soldados españoles, La Nueve.

Fue así como el 24 de agosto de 1944, aquellas tanquetas semiorugas se pusieron en marcha, dispuestas a entrar en el corazón de París, con el objetivo de minar la moral alemana y levantar la de la resistencia francesa, que se había alzado contra la ocupación, conocedora de la proximidad de las tropas aliadas. Todo sucedió muy rápido. Las tanquetas españolas se siendo recibida con una calurosa bienvenida por los parisinos que imprudentemente se lanzaron a la calle cantando La Marsellesa, pensando que eran soldados franceses. Los parisinos se extrañaron al oír los acentos españoles de aquellos soldados.


Fueron las tanquetas españolas las que, tras una audaz incursión evitando los puntos de apoyos alemanes, alcanzaron aquel 24 de agosto el Ayuntamiento parisino. Rápidamente se situaron en posición de erizo para defender la posición ocupada delante del Ayuntamiento, todo un símbolo del inicio de la liberación de París. Llegaron nuevos carros ligeros y vehículos auxiliares hasta totalizar 126 hombres frente a una ciudad que contaba con la defensa de 20.000 soldados alemanes. A pesar de las refriegas, pronto dominaron las posiciones en la Cámara de Diputados, el Hotel Majestic y la Plaza de la Concordia.

Un periodista francés, Pierre Crenessé, retransmitió en directo la liberación de París para la radio France Libre, comentando que aquellos franceses habían venido desde muy lejos para liberar la ciudad, pero le acercó el micrófono a un tanquista, Fermín Pirlian, que acababa de participar en la ocupación de la Prefectura de Policía, quien a pesar de ser un judío sefardita de Constantinopla, le contestó en castellano que él era español, lo que desconcertó al periodista que exaltaba con gran frenesí el heroísmo francés. Lo cierto es que los españoles, a pesar de tener fama de poco disciplinados, eran muy valorados por su experiencia adquirida en la guerra civil española. Luchaban esperando que los aliados los ayudasen a echar al régimen de Franco de España, lo que nunca sucedió.

En el New York Times apareció al día siguiente una crónica del corresponsal de guerra Ernest Hemingway que acompañaba a las tropas: 
"A las 6 de la mañana (del día 24) emprendimos la marcha hacia París, llegando hasta la población de Antony, donde fuimos retenidos por un escuadrón motorizado de republicanos españoles. La lucha en aquel sector se había recrudecido y aquellos aguerridos muchachos de la República española consideraron que allí corríamos peligro. Poco antes de las 9 recibieron la orden de proseguir la marcha, y antes del mediodía alcanzábamos los arrabales de la capital, precedidos por los republicanos españoles"
Noche tensa, vigilando y cantando canciones de la guerra civil española, mientras esperaban la entrada en París del grueso de la II División Lecrerc. Sin embargo, el mando alemán no se había rendido y el general Von Dietrich, la máxima autoridad alemana de París, amenazaba con lanzar sobre la ciudad la aviación y dos divisiones de carros blindados Panzer, con la intención de destruir la ciudad, tal como le encargó Hitler

El 25 de agosto, la Sección Segunda de La Nueve, al mando del brigada Martín Bernal, se encaminó hacia el Hotel Meurice, donde se encontraba el alto mando alemán, en una acción en la que participaron las tanquetas Teruel, mandada por el sargento onubense Antonio Llordén; Belchite, mandada por el cántabro Faustino Solana; Ebro, mandada por el catalán Bullosa y la Liberation, del catalán José Cortés. 

Consiguieron que los alemanes izaran bandera blanca, pero el general Von Choltiz se negó a rendirse si no era ante un oficial aliado. Un extremeño, Antonio Gutiérrez, se encargó de mantener encañonado a la máxima autoridad nazi en la capital francesa mientras esperaba que un militar del rango del alemán se hiciera cargo de él. Von Choltitz le regaló a Gutiérrez su reloj, en agradecimiento por haber respetado las convenciones militares internacionales. 

Fueron los soldados españoles quienes protegieron al general y al alto mando alemán en la calles de París ante la furia de la población francesa.


París estaba ya casi limpia de nazis y colaboradores franceses para que el general Charles De Gaulle pudiera hacer su entrada en la ciudad y simbolizar con su imagen la liberación de la capital. El 26 de agosto, el militar que se había exiliado a Londres, recorría a pie las calles de París. Cuatro de las tanquetas de La Nueve fueron las elegidas para abrir el desfile de De Gaulle. Amado Granell encabezaba el cortejo, que recibía los vítores de una ciudadanía en júbilo. Quedaba claro el homenaje militar de De Gaulle a La Nueve y a los españoles que la componían. Pero a partir de ahí, la historia de estos republicanos que habían participado en la guerra civil con apenas 20 años y que se convirtieron en héroes bajo mando francés se silenció y se enterró voluntariamente con una capa de propaganda más fuerte que el cemento, precisamente en el país al que ayudaron a liberar.

Ya el día 25, el diario Libération abre en primera con una gran foto del interior del Ayuntamiento, en la que se ve a Amado Granell con el líder de la resistencia parisina. El nombre de Granell no es mencionado, nada se dice sobre los españoles; el periódico habla de "soldados americanos". La torpeza de los periodistas no es sorprendente, ni antes ni ahora, y Libération pudo haberse equivocado con los uniformes como los propios parisinos en la calle, pero lo que vino después estuvo bien pergeñado. 


Hay palabras que quedan grabadas para la historia y pasan a formar parte de la memoria política de los pueblos. De Gaulle sabía lo que tenía que decir cuando lanzó su famosa proclama:
"París, ultrajada, París, rota, París, martirizada, pero París liberada. Liberada por ella misma, liberada por su pueblo con el concurso de los ejércitos de Francia, con el apoyo y la contribución de Francia entera. Es decir, de la única Francia, de la verdadera Francia, de la Francia eterna"
El único reconocimiento oficial para algunos miembros de La Nueve fueron las medallas y otros honores militares por su labor en el campo de batalla. Amado Granell, el teniente y segundo en el mando de la compañía, recibió del general Leclerc la Legión de Honor con estas palabras: "Si es cierto que Napoleón creó esta distinción para recompensar a los valientes, nadie la merece más que usted". De Gaulle ofreció a Granell un puesto de comandante en el ejército francés si abandonaba su nacionalidad. Granell le respondió negativamente, arguyendo que "amaba a España como una madre y a Francia como una novia"

A partir de ahí la Compañía continuó su camino hacia Estrasburgo y Metz; entraron en Alemania y el 5 de mayo de 1945 alcanzaron el llamado Nido del Águila, en Baviera, que Hitler tenía como residencia veraniega y dónde se elaboraron los grandes proyectos nazis. Fue el final de La Nueve, una compañía cada vez menos española, ya que las bajas de los soldados republicanos españoles antifranquistas fueron sustituidas por soldados franceses. De los casi 150 españoles que iniciaron esta historia en el norte de África solo 16 sobrevivieron.

Documental "La Nueve, ou les oubliés de la victoire" (La Nueve, los olvidados de la victoria) de Alberto Marquardt, director argentino afincado en Francia.



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