Lo ha dicho: Jonathan Swift (1667-1745)

"Cuando en el mundo aparece un verdadero genio puede reconocérsele por este signo: todos los necios se conjuran contra él"

26 de febrero de 2014

La dama en el número 6

"Desde la primera nota, la música penetra en el alma y nos evade del mundo" Alice Herz-Sommer

Su talento le salvó la vida. Alice Herz-Sommer, más de un siglo marcado por la tristeza, la guerra, el horror del Holocausto y la pérdida de casi todo lo querido.

Nació en Praga el 23 de noviembre de 1903 en el seno de una familia pudiente de judíos laicos. Creció rodeada de comodidades y gente importante. Gustav Mahler era amigo de la infancia de su madre, y Franz Kafka le contaba cuentos.

Su hermana le enseñó a tocar el piano y luego inició sus estudios profesionales en el Conservatorio Alemán de Praga, era la alumna más joven.


A los 28 años se casó con, el también músico, Leopold Sommer, poco después nació su  hijo Raphael. Comenzó a ser concertista y viajó por toda Europa llegando a tener reconocimiento internacional hasta la ocupación nazi de Praga en donde se le prohibió a la comunidad hebrea tocar en público, pero ella se dedicó a enseñar música a niños judíos.


En 1939 comenzó el verdadero calvario para esta checa a la que la suerte le dio la espalda. Fue en el año en que Hitler invadió Checoslovaquia y expulsó de allí a los judíos cuando su talento empezó a ayudarla.

Un soldado nazi, vecino del mismo edificio en que vivían la pianista y su familia, consiguió retrasar al máximo el envío de la artista a un campo de concentración al quedar maravillado con su exquisita música. Lo que no pudo evitar fue que la ya anciana madre de Alice sí se viera abocada a abandonar Checoslovaquia y corriera una trágica suerte.

En 1942 su madre estaba camino del campo de concentración de Terezin. Cuando madre e hija se despidieron, Alice sabía que no volvería a ver con vida a su progenitora.

En julio de 1943 la propia pianista, su marido y su hijo también fueron enviados a Terezin, un campo que los nazis consideraban especial, pues allí eran enviados "los artistas" para, según el Führer, preservarlos de la guerra.
"todo era propaganda, nos querían mostrar al mundo mientras asesinaban a nuestros amigos"


Fue allí donde la música se convirtió en su mayor aliada para conservar la vida, no solo la suya sino también la de su pequeño hijo que fue uno de los pocos niños sobrevivientes de este campo de concentración. Acerca de esta parte de su vida ella narra:
"Sabía lo que estaba pasando en Auschwitz, y mientras ellos quisieran música no nos llevarían a las cámaras de gas, y es por eso que decidí formar parte de la orquesta"
Cuando celebraba sus conciertos, la pianista notaba la presencia de soldados del régimen que, en secreto, eran fervientes admiradores de su música.

Alice y su hijo Raphael sobrevivieron hasta el fin de la guerra. Después de la liberación, y al ver que su casa de Praga había sido ocupada por unos desconocidos, partieron hacia Israel. 

En el nuevo país permaneció la artista durante 37 años, impartiendo clases en la Academia de Música de Jerusalén y actuando en conciertos a los que asistió en más de una ocasión la entonces primera ministra Golda Meir. Mientras, su hijo se convertía en un conocido chelista. Sin embargo, en 1986, cuando su hijo decidió trasladarse a Londres su madre le siguió.

Estando en Israel, fue testigo del juicio de Eichmann, ¡y dice que sintió lástima por él! Alice Herz-Sommer no odia los alemanes "son gente maravillosa" dijo en una entrevista a The Guardian.

Cuando se le pregunta a que atribuye haber vivido más de un siglo, responde: "a mi optimismo".

"yo tenía una hermana gemela - misma madre, mismo padre, misma educación - ella era extremadamente dotada, pero terriblemente pesimista, yo era lo contrario. Esta es la razón por la cual he llegado a esta edad. Busco por las cosas agradables de la vida. Sé de las cosas negativas, pero yo veo las positivas"
Efectivamente, es una mujer que nunca se ha amargado, que ha vivido las peores experiencias, pero siguió enamorada de la vida y que considera que su religión es la música, el amor a la naturaleza y la relación que tuvo con su hijo. Describe el amor maternal como la base de la existencia.

Estamos tan acostumbrados al lenguaje de odio, estamos tan acostumbrados a partidismos y divisiones ideológicas, estamos tan acostumbrados a mujeres que ejercen el poder, exigen sus derechos, o incluso juegan a ser victimas con arbitrariedad y agresividad que Alice Herz Sommer parece no ser de este mundo.
"Yo nunca hablé del holocausto porque no quería que mi hijo creciera con odio, porque el odio genera más odio. Y fui exitosa. Mi hijo tuvo excelentes amigos alemanes con quien tocaba música y lo apreciaban. Yo nunca, nunca odié a nadie. Entiendo que cuando se vive una situación terrible se necesita esperanza"


La de Alice es una historia de supervivencia, pero sobre todo de amor, de auténtica pasión por la música. Una historia que ha motivado el rodaje de una película-documental que, bajo el título "The lady in number 6", cuenta en boca de su protagonista la suerte que corrieron cientos de artistas judíos confinados en campos de concentración y cómo la música fue clave para la supervivencia de gran parte de ellos.

El director del documental sobre su vida y que compite por un Óscar en esta edición, Malcom Clark, destaca un comentario que le hizo Alice antes de morir:
"He vivido muchas guerras y perdido todo muchas veces, incluyendo a mi esposo, mi madre y a mi querido hijo. Pero la vida es bonita y todavía tengo tanto que aprender y disfrutar. No tengo espacio ni tiempo para el pesimismo y el odio".

"El mundo de Alice" de Caroline Stoessinger

"El mundo de Alice" es la verdadera historia de la pianista Alice Herz-Sommer, una obra en la que destaca, por encima de todo, el poder del optimismo.

Alice Herz-Sommer ha sido testigo de todo el siglo XX y se ha relacionado con figuras tan fascinantes como Franz Kafka o Sigmund Freud, entre otros. Su vida ha sido muy dura, asistió al juicio de Adolf Eichmann, sobrevivió al campo de concentración de Theresienstadt y a los asesinatos de su madre, marido y amigos a manos de los nazis y, mucho después, a la prematura muerte de su hijo, pero ella ha sabido vivirla sin amargura. La música ha sido la clave de su supervivencia, así como su capacidad para reconocer la humanidad en cada persona, incluso en sus enemigos.

A lo largo de más de un siglo de historia, Herz-Sommer fue una reconocida concertista, profesora, esposa, madre y prisionera. "Ya sé que hay mucha maldad en el mundo, pero siempre he mirado hacia lo bueno", explica esta mujer que a los 104 años comenzó a estudiar filosofía y a quien le gustaba recordar una cita de Friedrich Nietzsche:
"Sin música, la vida sería un error"

Alice Herz-Sommer murió en un hospital de Londres el pasado 23 de febrero de 2014 a los 110 años de edad.




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