Hibris o la desmesura política

Por Irene Serrano  

No soy persona que se asuste fácilmente; es más, a menudo encuentro motivación en las dificultades, y escribiendo no quisiera ser menos. Así que voy a aventurarme en un asunto efectivamente complejo, pidiendo perdón de antemano por no tener los conocimientos suficientes, pero sí cierto sentido común que me permitirá abrir el oportuno debate. Ese que se nos está hurtando desde las altas instancias. Mi pretensión es ordenar algunas ideas para aproximarme a un tema controvertido, con efectos no suficientemente calibrados, como es la actual reforma sobre la ley del aborto.

Tengo la impresión de que varios de nuestros gobernantes legislan como si tuvieran una misión divina que cumplir, lo que les lleva a ignorar y a no reconocer la realidad ni las necesidades de amplios grupos sociales. Así éstos se tornan invisibles.

Legislar utilizando como patrón un sujeto "ideal" y no empatizar con el sentir general, ni tener en cuenta situaciones diversas, algunas verdaderamente dramáticas, o hacerlo sin valorar las consecuencias que tendrán que soportar muchos, y sin considerar siquiera los efectos reales de las normas que promulgan, resulta muy pernicioso y hará sufrir a quienes no se ajusten a ese modelo "ideal".

Ya que las leyes no se ensayan antes de su publicación convendría medir bien sus efectos. De hecho, en no pocas ocasiones, las consecuencias de su aplicación han sido contrarias al objetivo que perseguían.

Gallardón, con su tan cuestionada reforma, defiende que el aborto no es un derecho, pero nada parece importarle lo que resulte de la eliminación por decreto de ciertos supuestos; se podría pensar que con promulgar esta ley tranquiliza su conciencia y la de las personas que le rodean y, por tanto, misión cumplida.

Sin embargo, si estudiamos a fondo los cambios que conlleva, podemos llegar fácilmente a la conclusión de que el número de abortos que se practicarán no disminuirá. Se harán más tarde, eso sí, ya que aumenta la burocracia y, al practicarse en estado más avanzado, aumentará también el riesgo físico y psicológico para la mujer. O bien, se realizarán de manera clandestina, con enorme peligro para aquélla. Quienes puedan costearlo, lo consumarán fuera del país…

Quién piense que algo que no quiera que suceda dejará de suceder como por ensalmo, con dictar la norma que lo prohíba, puede parecer ingenuo aunque, más bien, es de un cinismo evidente. Se trata pues, de una reforma hipócrita que sirve para tranquilizar algunas conciencias pero que hará sufrir a muchas mujeres que se encuentren en situación desesperada. Además, no se disponen los medios necesarios para proteger de una manera real y efectiva al "nasciturus".

Supongo que poco se habrá dejado asesorar este ministro por entendidos en la materia para elaborar esta reforma, sobre todo teniendo en cuenta que ha sido muy cuestionada incluso desde las propias filas del partido conservador. Se podría decir que se ha redactado en un arrebato de hibris, de vanidad, de desmesura política, despreciando los consejos de quienes son expertos. Y así, señor ministro, mal camino se puede recorrer.

"If you tolerate this, your children will be next" -  Manic Street Preachers.